Entonces alguien de la multitud exclamó:
—Maestro, por favor, dile a mi hermano que divida la herencia de nuestro padre conmigo.
Jesús le respondió:
—Amigo, ¿quién me puso por juez sobre ustedes para decidir cosas como ésa? Y luego dijo: «¡Tengan cuidado con toda clase de avaricia! La vida no se mide por cuánto tienen». Luego les contó una historia: «Un hombre rico tenía un campo fértil que producía buenas cosechas. Se dijo a sí mismo: “¿Qué debo hacer? No tengo lugar para almacenar todas mis cosechas”. Entonces pensó: “Ya sé. Tiraré abajo mis graneros y construiré unos más grandes. Así tendré lugar suficiente para almacenar todo mi trigo y mis otros bienes. Luego me pondré cómodo y me diré a mí mismo: ‘Amigo mío, tienes almacenado para muchos años. ¡Relájate! ¡Come y bebe y diviértete!’”. »Pero Dios le dijo: “¡Necio! Vas a morir esta misma noche. ¿Y quién se quedará con todo aquello por lo que has trabajado?”. »Así es, el que almacena riquezas terrenales pero no es rico en su relación con Dios, es un necio».
(Lucas 12:13-21)
—Maestro, por favor, dile a mi hermano que divida la herencia de nuestro padre conmigo.
Jesús le respondió:
—Amigo, ¿quién me puso por juez sobre ustedes para decidir cosas como ésa? Y luego dijo: «¡Tengan cuidado con toda clase de avaricia! La vida no se mide por cuánto tienen». Luego les contó una historia: «Un hombre rico tenía un campo fértil que producía buenas cosechas. Se dijo a sí mismo: “¿Qué debo hacer? No tengo lugar para almacenar todas mis cosechas”. Entonces pensó: “Ya sé. Tiraré abajo mis graneros y construiré unos más grandes. Así tendré lugar suficiente para almacenar todo mi trigo y mis otros bienes. Luego me pondré cómodo y me diré a mí mismo: ‘Amigo mío, tienes almacenado para muchos años. ¡Relájate! ¡Come y bebe y diviértete!’”. »Pero Dios le dijo: “¡Necio! Vas a morir esta misma noche. ¿Y quién se quedará con todo aquello por lo que has trabajado?”. »Así es, el que almacena riquezas terrenales pero no es rico en su relación con Dios, es un necio».
(Lucas 12:13-21)
La creencia de que tener dinero equivale a tener éxito, es un error generalizado. Éxito verdadero significa llegar a ser lo que Dios quiere que uno sea, y hacer el trabajo que Él nos ha encomendado. Jesús dijo que el hombre de Lucas 12 fue un necio, porque pasó su vida procurando tener riquezas, pero no fue rico para con el Señor.
La actitud de idolatría por el dinero se revela por el deseo insaciable de tener más. Así pues, siempre que la preocupación por el dinero ocupa el primer lugar en nuestros pensamientos y comienza a dictar nuestras metas y nuestros deseos, podemos saber que hemos caído en el pecado de la avaricia. Angustiarse por el dinero es, en realidad, una señal de advertencia de que no sólo hemos puesto mal nuestras prioridades, sino también una falta de confianza en Dios.
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En su gran sabiduría, el Señor ha dispuesto un remedio para nuestra tendencia a estimar demasiado el dinero. Darlo rompe las ataduras de la codicia, nos enseña a confiar en el Señor y obedecerle, y es una oportunidad por medio de la cual podemos acumular tesoros en el cielo.
Si su hambre por las riquezas de este mundo es más grande que las riquezas de conocer a Dios, esta subiendo por la escalera equivocada del éxito.
Ahora bien, la verdadera sumisión a Dios es una gran riqueza en sí misma cuando uno está contento con lo que tiene. Después de todo, no trajimos nada cuando vinimos a este mundo ni tampoco podremos llevarnos nada cuando lo dejemos. Así que, si tenemos suficiente alimento y ropa, estemos contentos. Pero los que viven con la ambición de hacerse ricos caen en tentación y quedan atrapados por muchos deseos necios y dañinos que los hunden en la ruina y la destrucción. Pues el amor al dinero es la raíz de toda clase de mal; y algunas personas, en su intenso deseo por el dinero, se han desviado de la fe verdadera y se han causado muchas heridas dolorosas.
Instrucciones finales de Pablo
Pero tú, Timoteo, eres un hombre de Dios; así que huye de todas esas maldades. Persigue la justicia y la vida sujeta a Dios, junto con la fe, el amor, la perseverancia y la amabilidad. Pelea la buena batalla por la fe verdadera. Aférrate a la vida eterna a la que Dios te llamó y que confesaste tan bien delante de muchos testigos. Te encargo delante de Dios, quien da vida a todos, y delante de Cristo Jesús, quien dio un buen testimonio frente a Poncio Pilato, que obedezcas este mandamiento sin vacilar. Entonces nadie podrá encontrar ninguna falta en ti desde ahora y hasta que nuestro Señor Jesucristo regrese. Pues, en el momento preciso, Cristo será revelado desde el cielo por el bendito y único Dios todopoderoso, el Rey de todos los reyes y el Señor de todos los señores. Él es el único que nunca muere y vive en medio de una luz tan brillante que ningún ser humano puede acercarse a él. Ningún ojo humano jamás lo ha visto y nunca lo hará. ¡Que a él sea todo el honor y el poder para siempre! Amén. Enséñales a los ricos de este mundo que no sean orgullosos ni que confíen en su dinero, el cual es tan inestable. Deberían depositar su confianza en Dios, quien nos da en abundancia todo lo que necesitamos para que lo disfrutemos. Diles que usen su dinero para hacer el bien. Deberían ser ricos en buenas acciones, generosos con los que pasan necesidad y estar siempre dispuestos a compartir con otros. De esa manera, al hacer esto, acumularán su tesoro como un buen fundamento para el futuro, a fin de poder experimentar lo que es la vida verdadera. (1 Timoteo 6:6-19)
El dinero no es bueno ni es malo. No obstante, el afán por él puede ser muy peligroso para nuestras almas. Dios creo a la humanidad para que le amara, pero desde la tentación en el huerto del Edén, la gente entregó su corazón a deseos inferiores. El amor al dinero no sólo le roba a Dios su debido lugar; también roba el contentamiento, lleva a diversas tentaciones, y puede hacer que nos separemos de nuestro Creador.
Pero la cantidad de dinero que tengamos no es la fuente del problema. La raíz tiene su origen en los deseos del corazón. Nunca nos parece que tenemos suficiente, no importa cual seas nuestra situación económica. El atractivo del dinero promete placeres y seguridad, pero si nos dedicamos a la búsqueda de las riquezas, descubriremos que sólo conduce a la perdición y sufrimiento.
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El placer duradero y la seguridad se encuentran únicamente en Dios. Él "nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos" (1 Ti 6:17). Pero si dejamos que los bienes se conviertan en nuestro deseo principal, perderemos nuestro contentamiento. Busque al Señor por medio de su palabra y la oración; al aprender a deleitarse en Él, usted descubrirá la satisfacción verdadera para su alma.
Ahora aquí les dejo un vallenato cristiano que los va hacer reflexionar un poco.
Ahora aquí les dejo un vallenato cristiano que los va hacer reflexionar un poco.
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