lunes, septiembre 22

EL PRECIO DE NO ORAR


 Luego dijo Jesús: «Vengan a mí todos los que están cansados y llevan cargas pesadas, y yo les daré descanso.  Pónganse mi yugo. Déjenme enseñarles, porque yo soy humilde y tierno de corazón, y encontrarán descanso para el alma. Pues mi yugo es fácil de llevar y la carga que les doy es liviana». Mateo 11:28-30


   La oración era una prioridad en la vida del Salvador. El Señor Jesús se mantenía en comunión constante con su Padre. Igualmente, orar es esencial hoy para cualquiera que quiera ser utilizado por Dios de una manera poderosa. En otras palabras, si deseamos andar en el Espiritu y tener una vida santa, el tiempo que pasamos con el Señor tiene que ser parte de nuestra cotidianidad.

   Si permitimos que nuestro tiempo a solas con el Señor deje de ser una prioridad, quedaremos desprotegidos contra el desanimo, la duda y la frustración. Si nos alejamos del Padre celestial y dejamos de tener comunión con El, comenzaremos a sentir la influencia espiritual, emocional y física de nuestras circunstancias terrenales. La oración levanta nuestras cargas, de modo que no tengamos que soportar el peso de ellas. Ya sea que nos las de el Señor para enseñarnos, o nos las impongamos nosotros mismos como resultado de las decisiones que tomemos, Dios nos dice que echemos nuestras cargas sobre El (1 Pedro 5:7). Llevar una carga que no esperábamos puede afectarnos espiritual, física y emocionalmente.

   Los creyentes débiles son blancos excelentes para los ataques del enemigo. Primero, nos ataca con el desanimo. Después, cuando perdemos la esperanza, estamos listos para ser victimas de la duda. El diablo sabe como un cristiano lleno de dudas puede fácilmente ser desanimado. Por eso, nos susurra cosas como:"¿Dónde esta Dios?" y "¡La vida cristiana no sirve!"

   Recuerde que la oración es vital
  para nuestra supervivencia.
  Al igual que el Señor Jesús,
  debemos depender de la oración
  para obtener dirección.
  

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